AIRE
Respiro.
Saberme vivo una mañana más.
Gozosa es la conciencia del aire en los pulmones.
Penetra el sol la herida del postigo
y afuera el viento:
ritmo de higuera,
de rosal y de mirto.
Dorado amanecer, cuerpo dorado,
instinto adormecido.
PALABRAS QUE APRENDÍ
De mi padre:
sudor,
yugo,
besana;
cornijal,
almocafre,
hoz,
azada;
umbría,
secarral,
vega,
solana;
bieldo,
tamo,
aventar,
horca,
sed,
parva.
Y el calor del estío,
y el frío de la escarcha,
y a escondidas
también algunas lágrimas.
De mi madre:
brocal,
pan,
alacena;
pespunte,
dobladillo,
sábana blanca;
hornilla de carbón,
ropa planchada;
hogar,
trébedes,
dulces;
regañinas,
caricias,
y a escondidas
también las mismas lágrimas.
Luego aprendí:
brazal,
noria,
venero;
manantiales,
acequias,
caz,
arroyo;
juncia,
chopo,
mastranzos,
alameda;
libro,
adagio,
dolor,
verso,
poema.
Y al acecho, escondida,
esta tristeza.
De Dios aprendí Dios.
De tu boca:
las veces que sonríes.
Y en los días que Dios me deja solo,
tenerte aquí tan cerca.